He estado escuchando un podcast en el que hablaban sobre la gente que está pidiendo en la calle. Contaban que un día una persona sin hogar dijo que pedía para comer, y luego resultó que se compró una cerveza con el dinero que le habían dado. 

Si das es porque tú quieres dar, porque tu manera de ser, tus principios y tus valores te dicen: "ayuda a esa persona". En qué se lo gasta es su problema. Decían, "pues que no me diga que es para comer si luego se lo gasta en birras". Ya, pero es que si te dice: "me das dinero para comprarme un tetrabrik de vino o un paquete de cigarrillos" no le vas a dar dinero y creo que lo que se nos olvida es que vivir en la calle tiene que ser durísimo. No creo que nadie esté en esa situación porque quiere.

Odio escuchar comentarios en plan: "pues a saber que habrá hecho esta persona para acabar ahí, será un borracho, seguro que se droga". No sabemos por qué esa persona está ahí, es más, no sabemos si mañana nosotros vamos a estar ahí.

Juzgar me parece feo, igual que me lo parece que la gente ni siquiera les mire. Coño, al menos mírales, y diles: "lo siento, no tengo dinero, que tengas un buen día". Cómo harías con cualquier otra persona. Trátales como a un ser humano. 

Es muy fácil criticar desde una posición privilegiada. Yo he tenido la suerte de haber nacido en España. Pero podría haber nacido en Arabia Saudí o en cualquier país de África y no tendría las libertades ni los derechos que tengo.  Asumir que todo el mundo tiene esa suerte es erróneo.

Hoy en día la empatía brilla por su ausencia, la polarización está al orden del día y las redes sociales maximizan todo esto. 

Hablando de polarización, recuerdo la primera vez que supe de Spotify.  Pensé: "no me gusta que una máquina decida por mí ". Hoy en día reconozco que escucho Spotify y me parece útil. Pero la idea que hay de fondo me sigue pareciendo bastante perversa y contraproducente, porque al final nos movemos en un mundo en el que la inteligencia neuronal nos dice, en base a nuestras preferencias, a qué hacemos, cuándo lo hacemos y cómo lo hacemos, lo que nos gusta. Te ahorras el buscar, sí, pero yo me pregunto, el tiempo que nos ahorramos en buscar, ¿lo empleamos en cosas productivas? ¿Para qué queremos ahorrar tiempo?

Y, sobre todo, si nos rodeamos de las ideas, de los gustos, afines a nosotros, ¿cómo vamos a enriquecernos aprendiendo de quienes no comparten nuestras opiniones?. 

Hoy en día quién no está conmigo, está contra mí.  

Tolerancia y empatía, plis.

¿Estafando?

Acabo de leer un artículo en el que informan de que Sam Bankman-Fried ha sido condenado a 25 años de prisión y a devolver 11.000 millones de dólares por haber estafado a ni se sabe cuánta gente con las criptomonedas. 

Ante todo, decir, que yo invertí y gané, en ambos casos moderadamente. Sabía que las cripto son humo, que no hay un respaldo real (blockchains y explicaciones más o menos peregrinas aparte) y aún así invertí. Dinero que me sobraba. Lo comento para que que sepáis que a mí me salió bien, pero aun así, mi opinión es la siguiente...

Para mí este caso, como la estafa piramidal, es una versión sofisticada del timo de la estampita.

Alguien espabilado, que conoce la psique humana y tiene acceso a determinados recursos intenta aprovecharse de la debilidad humana. 

Una cosa es quien va de listo por la vida y, en su estupidez, cree que se va a aprovechar de otro y otra quien, en su más inocente ignorancia, quiere hacer crecer sus pingües ahorros para pagarles la universidad a sus hijos. En el primer caso, ni siquiera encuentro una palabra para definir a quien se aprovecha de la situación de inferioridad de otros.

Pero situándonos en el segundo caso, ellos mismos intentan engañar a alguien que, paradójicamente, les está engañando.

Obviamente, Sam estaba en una situación privilegiada con respecto a la información. Pero al ser humano, entre otras cosas, le pierde la avaricia y el ego. Ese es el origen de la mayoría de los males que afectan al mundo. Y ante eso, poco se puede hacer. 

Así que, después de lo que expuesto, ¿quién es el culpable?